La lluvia amenaza con meterse por la ventana, yo simplemente no quiero cerrarla. El aire frío lleva rato entrando y saliendo no sin antes recorrer mi cuerpo semidesnudo; mi piel se eriza por completo una y otra vez.
Mis pies han permanecido fríos por largo rato, un frío que sube y baja por mi cuerpo torturándome de una manera deliciosa.
El edredón me hace un guiño invitándome a esconderme bajo él para resguardarme del frío, pero yo no quiero su calor, sino el que puede darme tus manos y tu cuerpo. Sin embargo, tú no estas aquí para evitar que yo siga prefiriendo esta tortura que insiste en tensar, adormecer y hacer cosquillear mi piel.
Mis pies han permanecido fríos por largo rato, un frío que sube y baja por mi cuerpo torturándome de una manera deliciosa.
El edredón me hace un guiño invitándome a esconderme bajo él para resguardarme del frío, pero yo no quiero su calor, sino el que puede darme tus manos y tu cuerpo. Sin embargo, tú no estas aquí para evitar que yo siga prefiriendo esta tortura que insiste en tensar, adormecer y hacer cosquillear mi piel.
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