viernes, enero 27, 2006

...


Siento una suave brisa acariciar mi rostro, puedo oler la paz y puedo verla alejarse de mí. El viento agita mis cabellos y la tristeza enmarañada en ellos se enreda más. Siento las lágrimas ir saliendo, no de mis ojos, no, sino de cada poro de mi piel y con ello la melancolía me cubre por completo.
Es un adiós, una despedida solitaria, una pérdida largamente aceptada (pero no por ello menos dolorosa).
Me espera un largo camino a casa rodeada de extraños que portan sonrisas falsas, el cansancio se nota en sus caras y viéndolos pasar delante mío intento sonreír, pero ya no tengo ni el ánimo de fingir simpatía por quienes nunca más veré.

Dolor… nostalgia… dolor de nuevo… una leve sensación de tranquilidad… y luego más dolor en oleadas cada vez más intensas.
Mi estomago se vuelca una y otra vez, la cabeza me palpita y en mi desesperación miro el reloj, pero este parece haberse detenido y siento que mi corazón está a punto de hacerlo también.

Mis labios resecos no se han movido por horas y lo siento como si fuera un modo de expiar esta culpa que me invade, la culpa de un pecado que no tuve el valor de evitar (o debería decir que ni siquiera intenté evitarlo?).
Una culpa que me mantendrá en silencio por lo menos lo que tarde en volver a los brazos de mi victima, de aquél que no sabe que ha sido traicionado y que ofrecerá su pecho para llorar la culpa de haberlo lastimado, aún cuando el dolor no haya llegado a tocarlo.
Y estando en su pecho me sentiré hipócrita y lavaré su cuerpo con mis lágrimas, hasta que me sienta fuerte como para tomarlo de las manos e intentar sonreír mientras rozo sus labios con un suave beso.

Un beso tierno… un beso culpable… un beso que miente… un beso falso…

lunes, enero 23, 2006

ESCLAVO MIO...

Voy saliendo mientras escucho el autobus acercarse, voy con la cabeza baja revolviendo la cartera en busca de dinero. Subo viendo fijamente los escalones y cuando le entrego las monedas, veo por primera vez un rostro hermoso ocupando ese lugar.
Me siento justamente detrás de él, para observarlo palmo a palmo, cada gesto, cada movimiento. Mi imaginación vuela y empiezo a recorrer las calles mezclando el paisaje urbano con pequeñas y fugaces imagenes que mi cerebro expulsa cada milisegundo:Él, con su camisa pegada al cuerpo (tal como ahora), sus fuertes brazos, esa piel morena y esos musculos gruesos que se pueden apreciar a simple vista. Yo, frágil indefensa, con una simple camisetita, una falda diminuta y nada de ropa interior. Él me mira fijamente con esos ojos duros, frios, toscos; yo no puedo ni mirarlo solo me atrevo a caer de rodillas mientras él termina por ponerme a cuatro. Mmmmm.... un escalofrio me recorre la espalda y siento esas manos duras y fuertes chocar contra mis nalgas, un suave palmeteo.... delicioso... pervertido... excitante...
El autobus se detiene y sube más gente, y veo lo que parece imposible: él saluda a todos con un buenas tardes, sonrie (y con ello se borra su mirada ruda), frena suavemente y hasta te espera a que busques y rebusques para dar con el menudo en tu bolsillo. Acaso se confundió de oficio? o es que no encontraron a alguien más para ese trabajo? No se supone que un camionero es un ser desprovisto de cortesia, amabilidad y que siempre va con prisas?...
Mis imagenes cambian drasticamente: Ahora él no lleva puesto nada más que un boxer que le queda ajustado, tiene una mirada perdida en mi, sus labios tiemblan y no se atreve a pronunciar palabra alguna. Yo, llevo un corset, y un liguero con medias caladas; en las manos sostengo un fuete de cuero. Él lentamente se coloca de a cuatro y puedo ver sus bien torneadas nalgas. Mi fuete azota una y otra vez contra él, y lo oigo gemir, de placer... de dolor... no lo sé, pero lo estoy disfrutando...
Me levanto del asiento y camino lentamente hacia él, le pido la parada y el frena despacio, lo miro y le doy las gracias, el responde quedamente, quizas pensando en que le dije "Gracias" por su amabilidad; sin saber que fue un gracias por ser el protagonista de esta loca fantasia, un gracias por este rato de placer a expensas suyas... un gracias por ser mi amo.... y un gracias por ser mi esclavo....

jueves, enero 05, 2006

REPRIMIENDO RECUERDOS...

Intentamos reconocernos, pero era obvio que después de algunos años, muchas cosas habían cambiado. Te sonreí intentando obtener una sonrisa (por lo menos) que me confirmara que eras quien yo creía.
Tu mirada se posó en mi por unos segundos y me quedé esperando esa sonrisa que nunca apareció. Me sentí avergonzada de no estar en tus recuerdos (algo viejos ya) y me sentí furiosa ante la posibilidad de que si estuviera en tu memoria y simplemente te hayas mantenido indiferente ante mi presencia.

La gente se fue marchando una a una y por un momento supuse que la incomodidad se quedaría a acompañarnos al quedar solos.
Te acercaste y saludaste como si el último día que estuvimos juntos hubiera sido ayer. Me quedé perpleja ante tu capacidad para ignorar lo que había pasado minutos antes.
Viste a alguien conocido (más conocido que yo, claro) y fuiste a su encuentro. Te ví alejarte mientras intentaba cubrir los recuerdos que tengo de ti y luchar con este sentimiento de nostalgia de manera simultanea. No pude.
Me pregunto, ¿Qué tan feliz puedes ser olvidando o fingiendo olvidar aquello que crees no debes recordar?...

FRIO...

Esta vez tu violencia me tomó por sorpresa, no pude siquiera presentirlo y con la rapidez que sólo la furia puede proporcionarte me tomaste por el cabello. Los sentí tensarse uno a uno mientras el dolor iba inundando mi cabeza.
Tu cuerpo fue inclinándose sobre mí como si quisieras besarme, pero sabía que no era precisamente un beso lo que buscabas. Mi cuerpo no pudo más y cedió ante tu fuerza, cerré los ojos mientras iba cayendo de espaldas durante segundos que se hicieron eternos en la espera del brusco contacto con el suelo. Sin embargo no fue tan doloroso como pensé, aún así un leve dolor se hacía cada vez mas intenso en mi espalda.
Cerré los ojos de nuevo y quité de mi adolorido cuerpo todo rastro de voluntad. Te acercaste y pateaste levemente mis costillas pensando que así reaccionaria, pero yo ya no estaba conciente de lo que pasaba. Lo único que me mantenía vinculada con mi alrededor era el sonido de ti siguiendo con tus habituales actividades en la compu.
No sé cuanto tiempo permanecí recostada en el frío piso concentrando mi rabia y aferrandome al dolor hasta que empecé a disfrutarlo. Es como si el dolor últimamente se hubiera convertido en un placer más, no sé si por gusto o a fuerza de sentirlo. Una dulce sensación de hormigueo mezclado con dolor empezó a recorrer mis piernas sabiendo que provenían de mis rodillas inmóviles dobladas en un ángulo bastante incomodo.
Deseé quedarme ahí, implorando que esto durara una eternidad. Una eternidad de dolor, sí, pero también de total paz.

Sentí como me cargabas en brazos y me depositabas sobre la cama con tanta delicadeza que nadie podría creer que fueras el mismo que minutos antes me arrojara contra el piso de un solo golpe.

Sonreí sabiendo que había vencido a tu orgullo y lloré por las muchas noches que tendré que vencerlo de nuevo…