Despierto y miro el reloj, comprendo que lleva tiempo sonando la alarma solo porque veo las luces encenderse hasta que poco a poco llega a mis oidos ese sonido que debiera ser un escandalo, a los oidos de otros; pero ahora no hay otros, solo yo.
Miro a mi alrededor y pienso en lo que tardare en limpiar todo el desorden y luego sonrio pensando en que en realidad no tendre que hacerlo pronto, al fin y al cabo es una de las ventajas de vivir sola.
Pongo los pies en el piso y tanteo en busca de mis pantunflas, pero no estan, apoyo los pies sientiendo lo frio del piso y eso me hace sentir un dolor agudo que me recorre las piernas hasta llegar a la cabeza, semejante a lo que hace una bebida helada con la nariz y luego con las sienes. Esta leve comparacion salta hacia otro recuerdo todavia mas fresco, la de la noche anterior.
Camino lentamente hacia el baño y a mi paso el dolor de cabeza aumenta, apenas y puedo recordar la noche anterior, pero se que ha estado lo suficientemente salvaje como para poder sonreir a pesar de todo lo que siento. Sigo caminando mientras sonrio y pienso en lo largo que se ha vuelto el pasillo que me lleva al lavabo. Siento ligeras nauseas y trato de ocntrolarlas, sigo caminando demasiado lento y no tengo animos de aumentar mi velocidad mucho menos de correr.
Me lavo la cara y comienzo a vestirme, me maquillo y mis ojos vuelven a brillar, voy hacia el trabajo, tratando de descifrar la noche anterior, pero se que tradaré en hacerlo, sobre todo cuando ha sido una noche solitaria llena de alcohol y sin compañia que te recuerde al dia posterior todas las locuras que cometiste.
Llego al trabajo y desato mi lista de pendientes, uso mi mejor cara de inocente y me convierto en la empleada modosita, recatada, simple, atenta, sonriente y complaciente que todo jefe quiere. Olvido la noche anterior en el transcurso del dia y aprendo a vivir sin usar la memoria.
La memoria nos abandona cuando sabe que no podemos vivir junto a ella... y se que puedo vivir sin esos recuerdos...