
Sentí como caia al vacío mientras pensaba que el final estaba cerca, sin embargo pude sentir como a pesar del golpe contra el piso no dolió como pensaba. Me quedé ahi tendida mirando el árbol del cual habia caído. Y vi aquella otra mazana que estaba a mi lado, empecé a extrañarla.
Las horas fueron pasando y yo ahi en medio de la quietud comencé a mirarme una y otra vez, apenas estaba poniendome colorada y muchas partes mias eran verdes todavia, y aun asi había caido del árbol al que ya estaba acostumbrada. Maldije a Newton y su gravedad.
Volví a mirarla y la extrañé todavía más. Pero era muy verde y yo nada podía hacer para que tomará lo ke pronto sería mi color.
De repente una mano me tomó por sorpresa y fui a parar al centro de una canasta entre muchas otras cosas que no podía descubrir que eran. Quise resistirme a ir, quise quedarme bajo ese árbol esperando que mi compañera aun en el árbol terminara de madurar y cayera a mi lado y entendí que eso no podía ser. Había esperado todo lo que la vida me había dejado esperarla pero no podía forzar su proceso de maduración y era hora de marchar.
Quise llorar y recordé que las manzanas no podemos llorar, me entristecí, había pecado de soberbia al pensar que porque yo estaba cerca mi compañera maduraria rápidamente y no fue así. Volví a verla, un punto verde entre mas verde y la extrañé.. la extrañé mas que nunca.
Me miré y supuse que aun me faltaba mucho camino por recorrer y mucho rojo que añadir a mi cuerpo.
Sonreí (pk eso podemos hacerlo) y la seguí extrañando un rato más...