viernes, agosto 31, 2007

FILOSO PLACER...

Sientes que algo dentro de ti se rompe y antes de que puedas anticiparlo las lágrimas brotan de tus ojos con tanta fuerza que si fueras una caricatura verías como salen a chorros.

Sientes que el cuerpo te pesa tanto que no quieres (o no puedes) moverte porque inevitablemente acabarías en el suelo.

Tus manos buscan a tientas y apenas tus dedos tocan la filosa punta sabes que estas a punto de dejar este sufrimiento atrás; al menos por un rato.

Se va deslizando suavemente sobre tu rostro y tras él algo caliente y húmedo parece seguirle. Entonces sientes que tu cuerpo se aligera y empiezas a flotar; primero entre el dolor pero poco a poco este se hace constante y te hundes en él sin sentirlo; es entonces que flotas por los aires en algo parecido al placer.

Siempre he pensado que el placer está en los extremos, en el antes y el después del dolor y no en el extremo opuesto como nos han hecho creer. -El placer produce dolor o es consecuencia de él-.

Y una vez que has empezado a flotar no puedes parar. Su punta afilada se desliza una y otra vez por tu cuerpo, destruyendo el dolor de tu alma con otro tipo de dolor que en comparación de este tiene más placer que un simple abrazo.

La sangre se seca… y el dolor regresa….

La herida empieza a cicatrizar… y el dolor regresa….

La cicatriz parece solo una pequeña omisión en la piel por parte de la melanina… y el dolor regresa…

Han pasado años desde la primera vez que floté en medio de ese placer y han sido muchas las noches que me ha distraído de los entes que destazan y mutilan mi alma. Ha pasado mucho tiempo desde que vi correr esa sangre que alivia y cura mi existencia.

Pero el dolor siempre regresa…. Y esta noche ha regresado….

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