sábado, noviembre 26, 2005

EXTASIS...


Fue un día realmente agotador, desde la mañana había salido de casa y hasta esa hora de la noche aún no había emprendido el regreso habían sucedido mil y un cosas de las cuales mi cuerpo ya empezaba a protestar.Por fin después de 20 minutos de espera, apareció el autobús en el que haría la mitad del trayecto (la otra mitad sería en otro autobús), calculé que tardaría casi una hora y me sentí caer en un profundo abismo de tarea acumulada en casa.Abordé y mi cuerpo se adormeció con sólo tocar el asiento, sentí cada uno de mis músculos relajarse mientras el dolor de cabeza se intensificó; sentí hambre, cansancio y sueño.Comenzamos a recorrer el periférico y poco a poco nos adentramos en la ciudad, las calles comenzaron a hacerse conocidas y una idea surgió tan deprisa que rebotó un par de veces contra mi lógica: Debía bajarme del bus y tomar un atajo para irme a casa caminando!.Al principio intenté resistirme, pero una mirada al interior de mi mochila me reconfortó; desde dentro Bunbury me guiñaba el ojo mientras en mi cabeza sonaban sus palabras – “Yo te acompañaré todo el camino”-.Mis piernas titubearon un poco y luego me hicieron bajar del bus mientras el resto de mi cuerpo empezaba a reaccionar.Me coloqué los audífonos y mientras escuchaba a Bunbury susurrar , todo aquello que quiero oír de “akél”, empecé a caminar. Sabía que sería una caminata bastante larga, pero de pronto estaba de ánimos para hacerla.Mi rostro no tenía expresión alguna y mis piernas parecían moverse por inercia, las calles eran cada vez más familiares.Conforme iba avanzando me sentía más tranquila, empezaba a disfrutar del paseo. Se podría decir que iba en son de paz con el resto del mundo, esa noche mi dedo corazón se tomó un descanso y no saludó a nadie (a pesar de que un par de estúpidos me dedicó un intento de piropo bastante desagradable).Poco a poco todo fue ignorado: hambre, sueño, cansancio, dolor, yo simplemente ya no estaba ahí, al menos mi mente estaba en un oscuro y solitario cabaret en donde Bunbury seguía cantándome al oído. Poco antes de llegar a casa y como si hubiera olvidado que siempre ha estado ahí, lo vi despuntar tras el techo de una casa; y conforme me acerqué lo vi crecer. Vi sus ramas largas y caídas que casi rozaban el suelo dando ese aspecto lastimoso y a la vez tétrico (que me hizo enamorarme de él y prometerle que plantaría un “sauce llorón” en la puerta de mi casa). Pasé lentamente bajo su sombra adentrándome en el bosque de ramas que ya era, mientras en mis oídos unas trompetas y la voz ronca de mi querido Enrique me hicieron llegar al éxtasis, sólo duro unos segundos y realmente los disfruté.Llegué a casa y “akél” estaba ahí, después de saludarme me contó su terrible día, yo le dije que también había tenido un muy mal día , y reí para mis adentros mientras miraba la mochila en la silla intentando ver en su interior a mi cómplice, intercambiamos un guiño de ojo y escuche un leve susurro que me dijo: Tal como lo prometí.Esperé a que “akél” se durmiera para decirle al oído lo maravilloso que había sido mi día, pensando que así creería que todo fue un sueño.No me culpen por no hacerlo sentir mal, pero de otra forma tampoco lo entendería...

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